La práctica basada en la evidencia de la atención de la salud mental y conductual es un enfoque continuo y colaborativo para tomar decisiones sobre los servicios, que incluye los siguientes componentes:

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La práctica basada en la evidencia comienza con la consideración de la mejor evidencia de investigación básica y empírica aplicada que esté disponible al hacer decisiones acerca de los servicios de salud mental y conductual.

 

Las limitaciones de la evidencia empírica disponible también son consideradas, especialmente dados los factores contextuales, como el nivel de desarrollo, las necesidades de la comunidad/cultura, los entornos en los que se producen los servicios, las barreras a los servicios y las fortalezas y los activos de los individuos y las comunidades. Sin embargo, las limitaciones de la evidencia, no impiden la retención o adaptación de los principios y técnicas de la evidencia empírica que siguen siendo relevantes y aplicables después de considerar las limitaciones.

 

La práctica basada en la evidencia incluye la medición y evaluación continua del impacto de los servicios y, si es necesario, de los ajustes informados de resultados de los servicios que tienen como objetivo maximizar su efectividad.

 

Los proveedores sirven como guía para una toma de decisiones colaborativa en la práctica basada en la evidencia, integrando diferentes fuentes de información, incluyendo los valores y preferencias de los destinatarios, así como la competencia del proveedor y la capacidad de la organización de brindar servicios efectivos.

 

1"La medida no solo se limita a escalas de calificación. Incluye la amplia gama de enfoques disponibles para evaluar sistemáticamente si los servicios ofrecidos son efectivos."

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